Después de la devastación que en 1998 causó el huracán Mitch en Honduras, la parroquia Church of the Redeemer (Baltimore, MD) y la diócesis episcopal de Honduras unieron sus fuerzas para crear una alianza cuyo objetivo sería ayudar con la reconstrucción de este país centroamericano, el tercer país más pobre del hemisferio occidental.  Dos años después se envió la primera brigada médica a una de las comunidades más desfavorecidas del país, Atima, en el estado de Santa Bárbara.  Atima, que en aquella época contaba con una población de aproximadamente 10.000 habitantes, se ubica en la zona montañosa del suroeste de Honduras, a unas cinco horas en autobús desde la ciudad de San Pedro Sula.

 

Atima y las comunidades de alrededor son una de las zonas más desprovistas de Honduras. Muchos de los residentes en estas comunidades aún tienen dificultades en recibir atenciones médicas con regularidad o se ve dificultada por el precario acceso al centro del pueblo.  La desnutrición es prevalente en niños que viven en comunidades remotas y muchas de las familias continúan viviendo en casas con suelos de barro y sin agua corriente.

 

Para poder expandir los objetivos iniciales de aquella alianza entre Atima y Church of the Redeemer (Baltimore, MD), en enero del 2010 se formó la Organización para la asistencia sanitaria comunitaria (OCHO) como organismo no gubernamental.  Desde hace más de una década, los voluntarios de OCHO continúan con su labor de servir a las comunidades más necesitadas de las zonas rurales de Honduras.